lunes, 23 de noviembre de 2009
estados de ánimo
ganamos el sábado en la prorroga un partido que habíamos estado liderando por una ventaja de 23 puntos en el minuto 2 del tercer cuarto, de hecho incluso nuestros rivales se pusieron un punto por arriba a falta de 3 minutos para finalizar el encuentro en su tiempo reglamentario, es decir a 1,5 puntos por minuto nos remontaron 23 puntos en quince minutos, después de su machada y en un final de partido inverosímil nos volvimos a poner arriba y aún así todavía nos empataron en el último segundo tras rebote ofensivo debajo de nuestro aro forzando una prorroga. En el tiempo extra regreso la inspiración de cara al aro y nuestro rival no tuvo opción, iniciar una prorroga encajando dos triples consecutivos y un dos más uno en los dos primeros minutos deja a cualquier equipo fuera de juego y tras el esfuerzo realizado en la remontada ya no podían más. La pregunta del millón es, ¿que le pasa a este equipo que con la misma facilidad que obtiene ventajas apabullantes en poco tiempo, 20 puntos la semana pasada tras finalizar el segundo cuarto, 23 puntos esta semana al inicio del tercer cuarto, pierde su situación en el campo derrumbándose como un castillo de naipes? Un amigo me comenta que mis jugadores son puro estado de ánimo, si las cosas van de cara se crecen, si las cosas se tuercen, se vienen abajo, no estoy de acuerdo, se que no es fácil dilapidar una ventaja tan amplia en tan poco tiempo, y eso que regalar los tiros libres no ayuda mucho a ganar partidos, pero si algo demostraron el sábado los jugadores fue tener carácter, sobreponerse a la perdida de una ventaja que muchos daban por definitiva, 23 puntos, y de pronto verte abajo por uno en el marcador en el tramo final de un encuentro que pensabas casi ganado rompe a cualquiera y sin embargo fue necesario llegar a esta situación limite para que saliera de nuevo lo mejor de los jugadores y ponerse por arriba otra vez en el último minuto, aún así, segunda piedra de toque, tras remontar la situación limite de perder el liderato en el encuentro y volver a estar arriba por dos puntos en el marcador a falta de cuatro segundos reales de juego con el partido casi ganado nos empatan en el último segundo tras robarnos la cartera en un rebote en ataque bajo del tablero tras una asfixiante defensa al triple, de nuevo mazazo e incredulidad, ¿quien cerraba a ese tío?, sensación de haber dejado escapar por segunda vez el encuentro y partido nuevo, cinco minutos y a jugar. La conversación previa a la prorroga explica de lo que hablo, ni un reproche, ni un lamento, una consigna, tranquilidad, son cinco minutos, hagamos nuestro juego movamos el balón. En la primera jugada de la prorroga nuestro máximo anotador en la temporada ejerce de pasador y el hombre que probablemente le cueste más mirar aro del equipo se va a una esquina, recibe el balón y decide tirar de tres, canasta limpia, la siguiente jugada es un calco de la anterior, las ayudas defensivas vuelven a dejar solo en la esquina contraria al mismo jugador que repite escenografía, no se lo piensa, tira y de nuevo canasta de tres, de repente el mundo vuelve a girar, la tensión de toda la segunda mitad del encuentro desaparece y en el ánimo de todos, jugadores de campo y banco, se instala la convicción de que esta vez sí es la definitiva y el partido va a caer de nuestro lado, de repente el campo se hace grande y vuelve la fluidez en ataque, la siguiente jugada un dos más uno a nuestro favor, la siguiente un contraataque, hicimos un once a cero de parcial en los primeros tres minutos de la prorroga, más que la anotación media de los dos anteriores cuartos del tiempo reglamentario, el resultado final ya fue lo menos, tuvimos por dos veces el partido ganado y lo pudimos perder, tuvimos el partido casi perdido y al final lo ganamos, este es uno de esos encuentros que marcan una temporada para un equipo, no solo ganamos el partido, ganamos algo mucho más importante que el encuentro, nuestro estado de ánimo.
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