domingo, 7 de noviembre de 2010

de epistolas y blasfemias

se entiende como epístola una composición poética en la que el autor se dirige a un receptor determinado que se considera ausente con un mensaje muy a menudo provisto de intención didáctica y moral, el pasado viernes la alegre muchachada que conformamos este grupo que denominamos generosamente equipo de baloncesto recibió como regalo para sus oídos el relato de la epístola de los remeros por parte de mi jugador más veterano, preocupado como esta de nuestra errática trayectoria en la temporada -es lo que tiene eso de compartir cargo directivo con ficha de jugador- nos ilustró sobre el trabajo en equipo con el recurso a una canoa y unos remeros con la petición final que todos remáramos a la vez, de hacia adonde remábamos lo dejábamos para otra ocasión, en esta ocasión solo hablamos de por lo menos remar todos juntos y acompasar el ritmo. Al día siguiente en nuestro partido del sábado remamos y la verdad es que remamos todos, el compromiso de los jugadores en esta temporada no admite discusión pero visto el resultado final no remamos lo suficiente o lo suficientemente fuerte, volvimos a ceder de nuevo en casa esta vez ante un equipo que se suponía rival directo y van cinco derrotas consecutivas en una temporada en la que no conocemos la victoria; esta vez lo hicimos con un resultado claro en nuestra contra en un último cuarto en donde no vimos aro se nos fueron hasta diecisiete puntos de ventaja con lo que ni siquiera nos vale el análisis anterior de las otras derrotas en casa con un margen mucho menor. Lo pase mal en el partido, por lo que veo mis jugadores también, nos cuesta, nos cuesta mucho, y siempre nos falta un detalle, un esfuerzo, siempre a un pasito en rematar jugadas, cometemos muchos fallos y tan básicos que incluso se escapó más de una vez en un alarde de rabia de mi boca un exabrupto que no suelo utilizar, como bien me dijeron al finalizar el partido las madres y abuelas espectadoras del encuentro y fieles seguidoras del baloncesto local por motivo de la línea sanguínea, son familia de los jugadores, taparon los oídos a los niños y niñas presentes ante mis vociferantes juramentos y blasfemias varias pronunciadas en voz alta, demasiada ansiedad, el no ganar empieza a pesar como una losa y nos cuesta, estamos espesos, nos falta una velocidad y la sapiencia que se nos supone como equipo veterano no nos sale en la pista, por ratos el equipo esta como ausente y sin confianza, y el caso es que yo he visto a estos tíos y saben jugar a esto, debemos tener paciencia, ajustar detalles y olvidar las urgencias. Por mi parte me he comprometido a no cabrearme en exceso en los partidos, para combatir mi tendencia a la tensión alta, la palabrota fácil y el tono de voz "in crecendo" que tanta gracia hace a mis jugadores tendré que recurrir al método de la epístola.

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