lunes, 14 de diciembre de 2009

2 + 2 = 5

durante muchos partidos de esta temporada hemos tenido como equipo minutos de absoluto desconcierto en nuestro juego, auténticos agujeros negros donde nada salía, diferentes fases de diferentes encuentros donde no jugábamos a nada y de forma inesperada perdíamos el norte, el estilo y las formas y nos convertíamos en un equipo mediocre al que nada salía, es normal, puede pasar sobre todo a equipos que incorporan nuevos jugadores y nuevo entrenador como es nuestro caso, altibajos los tiene cualquiera y el trabajo en los entrenos, cuando podemos estar todos, busca el que esos minutos y esas fases de desconcierto sean cada vez menores o incluso desaparezcan, en esa linea vamos bien y creo que lo estamos consiguiendo. Lo ocurrido esta semana en el encuentro del sábado pasado es algo más que eso, el ataque de locura transitoria que durante tres minutos se adueño de mis jugadores es un indicador claro que no terminamos de funcionar como un grupo compacto, si miramos el marcador no parece grave, perdimos de tres contra el que casi todos califican como el mejor equipo de la liga, estuvimos en el partido hasta el minuto final. No fue el de este sábado un problema de puntos, es algo mucho más trascendente, si miramos las tripas de nuestra convivencia algo no funciona, que un jugador recrimine a otro en el campo entra dentro de lo posible y hasta normal teniendo en cuenta la tensión del momento y sus elevadas pulsaciones, que nos faltemos al respeto entre compañeros ya no, que un jugador pida el cambio en un momento determinado también es normal, que se niegue a jugar cuando el equipo le necesita ya no tanto, que un jugador ponga sus intereses por encima de los intereses del equipo puede ser disculpable en encuentros sin historia, que suceda cuando nos estamos jugando un partido demuestra poca generosidad con el grupo y cierto egoísmo entiendo que involuntario y no de manera consciente, que todo esto suceda a la vez, en un corto espacio de tiempo, a varios jugadores simultaneamente y que suceda cuando nuestro equipo va ganando y nos estamos jugando el pelear por la primera plaza del grupo solo demuestra una cosa, que aún nos queda un largo trecho que recorrer en el camino que lleva desde una suma de jugadores hasta un equipo, nos falta carácter, nos falta creer en nuestras posibilidades, estamos todavía buscando nuestro estilo. En el baloncesto hay equipos alegres, normalmente sinónimo de poca defensa y ataques rápidos, equipos rocosos, duros en defensa y a pocos puntos, y hay equipos dominantes que imperturbables a modo de engranaje perfectamente engrasado terminan pasando por encima del rival lenta pero inexorablemente; el nuestro es un equipo que defiende bien, de hecho cada vez mejor, incluso estamos haciendo una individual mucho más que aceptable, algo impensable en el primer amistoso de la temporada, y tenemos potencial para ser a la vez alegres en ataque, hay mucho triplista, nos falta circulación de balón por lo que muchas veces nos cuesta hacer puntos pero potencial anotador tenemos, ahora bien a día de hoy nos falta un plus para poder optar a ser un equipo con aspiraciones, nos falta algo para ser un potencial equipo dominante, un equipo como el que nos enfrentamos el sábado, no tenemos alma como equipo y esa falta de alma es en parte responsabilidad de quien dirige y en parte de quienes juegan, a día de hoy mis jugadores no han asimilado o yo no he sabido trasmitir que para ser un equipo necesitamos construir sinergias entre los jugadores, la sinergia es un concepto sencillo, significa trabajar en conjunto y se simboliza con el lema que titula este post de 2+2=5, ni más ni menos quiere decir que la suma de los factores es más que cada factor por separado, trasladado al baloncesto ni más ni menos que asumir nuestras carencias, las propias y las de los compañeros, y potenciar nuestras virtudes como jugadores, de nuevo también las propias y las de los compañeros, combinando ambas de manera que el conjunto ponga en valor lo que hacemos bien todos juntos y minimice lo que no hacemos tan bien, en definitiva construir virtudes de un conjunto por encima de las virtudes individualidades, individualidades necesarias pero no suficientes para lograr ese plus de carácter que solo da el grupo, el espíritu de equipo, lo he dicho muchas veces, prefiero un equipo con cuatro jugadores que anoten cinco puntos cada uno que uno solo que anote veinte, ahora bien si tengo un jugador que puede anotar veinte puntos con facilidad aprovechemos su potencial, pero seamos capaces de entender que eso no quiere decir que el resto se quede sin anotar esos cinco puntos, se trata de sumarlo todo. Tras el partido nos fuimos casi todos los miembros del equipo a cenar, falto solo un jugador, deberes paternales obligan y un jugador no pudo venir porque se quedó con su hija, este sábado en la cancha perdimos un partido, mi sensación al concluir la jornada está en que al final ganamos un equipo, de las derrotas también se aprende.

1 comentario:

  1. Es que no existen los párrafos para hacer más llevadera la lectura?, jajaja.

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