miércoles, 8 de diciembre de 2010

desde la distancia

dos semanas sin la adrenalina del banquillo, circunstancias familiares me han impedido estar a pide de cancha en los dos últimos encuentros de mi equipo, dos encuentros, dos derrotas y van ocho consecutivas. El guión el de siempre, combinación de buenos tramos de encuentro con lagunas ofensivas, jugamos contra dos equipos de la parta media y alta de la tabla, uno de los dos entiendo que subirá de categoría si consigue superar su aversión a las pistas a cielo abierto, el otro equipo un equipo joven que va a dar más de una sorpresa en la temporada. Por nuestra parte nuestro zurrón se llena de desesperanza y el ánimo se resiente cada semana un poquito más ante la constatación de nuestras pocas opciones de victoria, para complicarnos la cosa todavía más nuestra lista de lesionados aumenta día a día, la única suerte el puente de la Constitución y la Inmaculada nos da el margen de recuperar algún efectivo. Si miramos la clasificación y nuestro casillero el panorama es desolador, más de un tercio de temporada y el casillero de victorias sigue a cero, ocho derrotas consecutivas son muchas incluso para quien se plantea como objetivo el no bajar y el ambiente del equipo lo nota. Ayer por la tarde antes de entrenar comenté con un aficionado la trayectoria del equipo, su valoración no fue deportiva, fue emocional, el planteamiento que me hacía era que la situación es muy difícil pero que solo se puede gestionar desde el ánimo adecuado, si bajamos los brazos y dejamos el cuerpo caer lo más probable es que entremos en barrena, ante eso la única opción es continuar y seguir trabajando, en opinión de este aficionado, opinión que comparto, para seguir esta temporada con alguna opción la cohesión es fundamental, en el entreno de ayer sólo cinco jugadores, el indicador no es bueno, tras el puente, los examenes, las lesiones y la mala baba de la acumulación de derrotas la prueba del algodón en el entreno del viernes, a cohesionarnos pues toca.

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