viernes, 15 de octubre de 2010
silogismos
pasada la jornada de descanso y el puente del Pilar volvemos a la competición, en estas casi dos semanas dos amistosos, el resultado, un claro retroceso respecto a nuestro juego de equipo. Dos enfrentamientos con equipos que con todos los respetos tienen menos potencial que el nuestro y un calvario en cada uno de los encuentros para ganar ambos, eso si, con un mal juego preocupante y una falta de concentración total por nuestra parte. Nuestro principal problema la circulación de balón, no conseguimos un ataque fluido, no hay segundo ni tercer pase o bien ni siquiera eso, a lo "Juan Palomo" nos fabricamos nuestra propio tiro forzando acciones individuales buscando la canasta en situaciones donde lo más normal es que nuestro tiro acabe en error. En lógica se denomina "silogismo hipotético" a aquella regla de inferencia que en su expresión plantea un caso hipotético, nos dice que si A implica B y B implica C la consecuencia es que A implica C, la inferencia es sencilla, para llegar al resultado final hay que comenzar por la premisa de inicio. Una buena circulación de balón equivale a una mejor selección de tiro, mejor selección de tiro equivale a una mejora en el porcentaje de acierto, mejora en el porcentaje de acierto implica más anotación, si atendemos a la lógica parece fácil, conseguir más anotación depende de una mejor circulación de balón. Detrás de todo esto no se esconde otra cosa que el mayor de los actos reflejos automatizados por todos quienes jugamos a esto del baloncesto, cualquier aficionado o profesional, niño o mayor, desde la categoría prebenjamin hasta senior lo primero que hace en un campo de baloncesto al coger el balón es lanzar a canasta. Como equipo necesitamos simple y llanamente pasar del acto reflejo, lanzar a canasta, al acto voluntario, buscar buena posición de tiro y visto lo visto necesitamos para conseguirlo muchas más horas de trabajo. No estamos teniendo presente que para llegar a la conclusión final hay que comenzar por el principio con el resultado que nuestro olvido se traduce en una pésima anotación, una clara muestra de la teoría de las consecuencias.
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